Escucha lo que soportó Claudio. Cuando su esposa Mesalina lo
notaba dormido, la augusta meretriz se atrevía a coger la capucha nocturna y,
prefiriendo la estera (sobre la que las prostitutas prestaban sus servicios) a
su lecho del Palatino, salía seguida de una sola esclava. Una peluca rubia le
tapaba la cabellera, y así se metía en un lupanar calentito de raídas
cortinas, instalándose en un cuarto vacío que tenía reservado. Allí, desnuda y
con los pezones adornados de oro, bajo el nombre ficticio de Licisca (
"Lobita" en griego), exhibió, ¡oh, noble Británico! (heredero
designado de Claudio, envenenado después por Nerón), el vientre que te engendró.
( Juvenal en "Sátiras")
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