Nerón sintió una extraordinaria pasión por los caballos
desde su más tierna infancia, y su conversación versaba las más de las veces
sobre las carreras del circo, aunque lo tuviera prohibido; un día que se
lamentaba entre sus condiscípulos de la suerte de un auriga del equipo de los
Verdes, que había sido arrastrado por sus caballos, y su maestro lo riñó por
ello, fingió que estaba hablando del episodio de Homero en el que Aquiles ata
el cadáver de Héctor a su carro y lo arrastra en torno a los muros de Troya.
( Suetonio, en "Vida de Nerón")
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