El hombre que sin
demasiadas fatigas ha amasado grandes riquezas puede parecer sabio a los ojos
del vulgar ignorante. ¡Tonto! La felicidad no depende de la voluntad de los
mortales. Dios es el único dispensador. Sólo Dios, en su justicia,
distribuyendo igualmente el bien y el mal, sabe cuánto hay que elevar al uno y
hundir al otro bajo su mano poderosa.
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