Las campanas militares del ejercito romano persiguen
objetivos esencialmente políticos mediante la puesta en marcha de operaciones
militares de alta intensidad. Con esto queremos decir que un ejercito romano en
campana no intentara socavar la base económica del enemigo con embargos y
sanciones. En lugar de eso, los generales determinan la persecución de que
objetivos obligara al enemigo a pelear -la capital enemiga es siempre una buena
opción- y lanzaran al ejercito hacia ellos lo mas rápido posible. En algún
momento, el enemigo interpondrá un ejercito para tratar de detener el avance de
la apisonadora romana. Una vez que las legiones hayan hecho picadillo a dicho
ejercito, el enemigo se rendirá o su capital será tomada tras un asedio breve, emocionante
y letal. Esta estrategia consistente en meterse hasta la cocina llevaba 500 años
funcionando perfectamente, cuando Trajano era el emperador.
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