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jueves, 4 de junio de 2015

CARTA DEL PROCÓNSUL DE LA GALIA CAYO JULIO CÉSAR AL TRIBUNO DE LA PLEBE CAYO ESCRIBONIO CURIÓN, INCITÁNDOLE A UN SOBORNO



Mi querido Curión, estoy salvado. Nada me proporcionaría mayor placer que el que se me permita ayudarte a salir de tu apuro económico. Por favor, créeme cuando te digo que no requiero ningún servicio de ti en pago por el privilegio de poder ayudarte en este asunto. La decisión queda, pues, por completo en tus manos.


No obstante, si quisieras tener la oportunidad de brillar como el más capaz e inteligente tribuno de la plebe, entonces a mí me honraría pensar que tú te esfuerzas por cuidar de mis intereses. Como muy bien dices, llevo a los boni alrededor del cuello como las serpientes de Medusa. Y tampoco tengo ni idea de por qué se han fijado en mí como blanco durante casi tantos años como llevo en el Senado. El porqué no es importante, lo importante es el hecho de que verdaderamente yo soy el blanco a por el que van.


Pero si queremos bloquear a los boni cuando lleguen las calendas de marzo próximo, creo que nuestro pequeño pacto debe permanecer en secreto. Y tampoco deberías anunciar que te vas a presentar como candidato a tribuno de la plebe. ¿Por qué no te buscas a algún tipo necesitado (pero no en el Senado) que esté dispuesto a anunciar que desea presentarse como candidato pero que además esté preparado para retirarse en el último momento? A cambio, desde luego, de unos bonitos honorarios. Eso lo dejo en tus manos. No tienes más que pedirle a Balbo los recursos necesarios. Cuando dicho tipo necesitado se retire justo antes de que comiencen las elecciones, da un paso adelante y ofrécete como candidato sustituto como si acabases de tener el impulso de hacerlo. Esto te convertirá en inocente de cualquier sospecha acerca de que estuvieras actuando en favor de los intereses de alguien.


Incluso cuando entres en el cargo de tribuno de la plebe, Curión, aparentarás que actúas por tu cuenta. Si quieres una lista de leyes útiles, te la proporcionaré con mucho gusto, aunque imagino que no tendrás dificultad para que se te ocurran unas cuantas que aprobar sin necesidad de mi guía. Cuando introduzcas tu veto en las calendas de marzo para bloquear el debate acerca de mis provincias, estoy seguro de que eso caerá sobre los boni como los proyectiles que lanza un escorpión en la guerra.


Dejo a tu criterio el idear una estrategia adecuada, no hay nada peor que un hombre que no dé a sus colegas suficiente cuerda. Pero si necesitas que hablemos de alguna estrategia, en mí tienes a tu servidor. Sólo quiero que te quede claro que no lo espero de ti.


Aunque te advierto de que los boni todavía no han gastado todas sus municiones. Antes de que accedas al cargo, se les ocurrirán muchas maneras más de hacerte la tarea más difícil. Y posiblemente más peligrosa. Una de las marcas del verdadero gran tribuno de la plebe es el martirio. Tú me caes bien, Curión, y no quiero ver que los cuchillos del Foro centellean en tu dirección, ni cómo te arrojan desde el borde del monte Tarpeyo.


¿Te bastaría con diez millones para ser un hombre completamente libre? Si es así, los tendrás. En la misma bolsa que lleve esta carta le enviaré otra a Balbo, así que puedes hablar con él en cualquier momento después de que recibas la presente. A pesar de lo que parece una tendencia al cotilleo, Balbo es la discreción personificada, y lo que decide diseminar por ahí ha sido todo cuidadosamente pensado de antemano.


Te felicito por tu buena elección de esposa. Fulvia es una mujer interesante, y las mujeres interesantes escasean. Ella cree con verdadera pasión, y se adherirá absolutamente a ti y a tus aspiraciones. Pero eso tú lo sabes mejor que yo. Por favor, dale mis mejores recuerdos y dile que estoy deseando verla cuando regrese a Roma.



( C. McC. )




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