El
Oro de Tolosa, encontrado en el fondo de un lago, y que luego el cónsul Quinto
Servilio Cepio había logrado robar de un convoy en la Galia narbonesa, estaba
compuesto de unos quince mil talentos de oro, y era mucho más oro del que
poseía el Tesoro Romano.
Mediante
ciertos artilugios y telemanejes, los Servilio Cepión lo habían convertido en
propiedades de todas clases: ciudades industriales en la Galia Cisalpina (en
especial las que fabricaban armamento y equipo para surtir a las legiones),
vastos campos de trigo en Sicilia y en la provincia de África, edificios de
apartamentos de un extremo a otro de la península Itálica y asociaciones comanditarias
en empresas arriesgadas de negocios que el rango senatorial prohibía.
Cuando
murió Cepión el Cónsul todo pasó al padre de Servilia Cepionis (la madre de
Marco Junio Bruto), y cuando éste murió en la guerra italiana pasó al hermano
de ella, el tercero que llevó el nombre de Quinto Servilio Cepión en vida de la
propia Servilia, y que en realidad era su hermanastro, el hijo que su madre
Livia Drusa tuvo con un tal Catón Saloniano, y que en realidad era el conocido
Marco Porcio Catón y criado en la casa de Marco Livio Druso, con lo cual él era
una de las mayores fortunas de Roma, junto con la de su sobrino Marco Junio
Bruto, que heredaba la fortuna de los Servilios por parte de su madre y la de
los Junio, por parte de su padre, que juntadas las dos constituían la mayor
fortuna de Roma.
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