El
sobrino de César, Quinto Pedio, y Quinto Fabio Máximo habían conducido cuatro «nuevas»
legiones desde Placentia en la Galia Cisalpina occidental durante noviembre, y
llegado a la Hispania Ulterior un mes más tarde. Según las estaciones era
finales del verano, y hacía mucho calor; para su satisfacción encontraron que
la provincia no estaba bajo el total control de los tres generales
republicanos, y pudieron acampar debidamente río Betis arriba y comprar la
cosecha de la región. Las órdenes de César eran esperarlo y emplear el tiempo
acumulando provisiones, pese a que no preveía una campaña larga. En
cuestiones de logística, el lema de César era: vale más prevenir que curar.
Al
comienzo de los sesenta y siete días de intercalaris que siguieron a
diciembre, esta cómoda situación cambió. Apareció Labieno con dos legiones de
romanos bien adiestrados y cuatro legiones de inexpertos soldados locales, y
puso cerco al campamento. En una batalla campal los legados de César, Pedio y
Fabio Máximo, habrían salido bien librados, pero en un asedio Labieno podía
sacar mayor provecho de su superioridad numérica, y así sucedió. Sin duda valió
más prevenir que curar. Sitiadas o no, las tropas de César tenían con qué
alimentarse. Dudando de la posibilidad de conservar el suministro de agua del
arroyo que atravesaba el campamento, las cuatro legiones acampadas cavaron pozos y se dispusieron a esperar
el rescate de César.
Con
la Décima, la Quinta Alauda y dos legiones nuevas compuestas básicamente de veteranos
aburridos, César partió de Placentia en el mismo momento en que se iniciaba el
sitio a las tropas de sus dos legados en la Hispania Ulterior. La distancia
hasta Corduba por la Via Domitia era de casi dos mil kilómetros, y fue una de
las características marchas de César: la recorrieron en veintisiete días a una
media de sesenta kilómetros diarios, gracias en parte al hecho de que ya no era
necesario levantar un campamento cada noche. La Galia de la Via Domitia estaba
tan pacificada que ni siquiera César tenía necesidad de campamentos, paredes,
zanjas y empalizadas. Eso cambió cuando atravesaron el paso desde Laminium en
la Hispania Citerior hasta Oretum en la Hispania Ulterior, pero por entonces
quedaban sólo doscientos cincuenta kilómetros de marcha.
En cuanto César llegó, Labieno desapareció.
( C. McC. )
No hay comentarios:
Publicar un comentario