(...) Dejarse arrebatar por el odio a los hombres hasta ser sacrílego con
los dioses, es la prueba más segura de colmo de demencia.
(...) Los que no tienen otra regla en sus acciones que los impulsos del
odio y de la envidia, por precisión han de incurrir en mil despropósitos y han
de exceder los límites de la modestia en cuanto digan.
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