Después de esto, enviáronse legados a
Pirro a tratar de los cautivos, siendo uno de aquellos Cayo Fabricio... Tratole
Pirro con la mayor consideración y procuró atraerle a que tomase una cantidad
de oro.... Rehusóla Fabricio.... Mas al día siguiente, queriendo dar un susto a
Fabricio, que no había visto nunca un elefante, dio orden de que cuando
estuvieran los dos en conversación hicieran que de repente se apareciera por la
espalda el mayor de ellos, corriendo la cortina. Hízose así, y dada la señal,
se corrió la cortina; el elefante, levantando la trompa, la llevó encima de la
cabeza de Fabricio, dando una especie de alarido agudo y terrible. Volviose
éste con sosiego, y sonriéndose, dijo a Pirro: "Ni ayer me movió tu oro,
ni hoy tu elefante"
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