No malogres el tiempo de vida que te queda en cuidarte de los demás, a menos que sea para el buen común. Esto es, no revuelvas en tu imaginación qué hace fulano y por qué lo hace, qué dice, qué piensa, qué maquina y otras cosas semejantes que le distraen a uno del cultivo y cuidado de su mismo espíritu.
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