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domingo, 5 de octubre de 2014

EL EMPERADOR PROBO




Marco Aurelio Probo (en latín: Marcus Aurelius Probus), (9 de agosto de 232 - septiembre/octubre de 282) emperador romano(276 - 282).



Oriundo de Sirmium, en Panonia, siendo muy joven entró en el ejército, y se distinguió con los emperadores Valeriano, Tácito y Aureliano.



 Fue nombrado gobernador de la parte oriental del Imperio por el emperador Tácito, tras cuya muerte fue proclamado su sucesor por los soldados. 




Floriano, que reclamaba el trono de su hermano, fue ajusticiado por sus propias tropas, y el Senado ratificó ansioso la elección de los soldados. 



Probo centró su reinado en exitosas guerras para restablecer la seguridad de las fronteras, siendo la más importante de estas operaciones la que llevó a cabo en Galia contra los invasores germanos.



Probo sobrevivió a tres conspiraciones, protagonizadas por Saturnino, Próculo y Bonoso. Entre sus principios estaban el no permitir que sus soldados estuvieran ociosos, para evitar revueltas. 



Así, en tiempos de paz, empleaba el ejército en trabajos útiles a la comunidad, como plantar viñedos en Galia o Panonia, restableciendo las instalaciones públicas (acueductos, canales, puentes) dañados tras las continuas guerras. Esta asignación de tareas fue, naturalmente, impopular entre la soldadesca.
En el año 281 Probo decidió reiniciar las campañas militares contra el Imperio Sasánida, las cuales habían debido suspenderse debido a la guerra simultánea mantenida por el emperador Aureliano contra el Imperio de Palmira y el Imperio Galo. 



Así, Probo partió a Oriente a mediados de 282 pero acudió primero a constatar el drenado de los pantanos de su ciudad natal en Panonia; allí recibió noticias que en su ausencia la Guardia Pretoriana se había rebelado y proclamado emperador a su jefe, Marco Aurelio Caro.



 Las tropas enviadas por Probo contra los rebeldes cambiaron prontamente de bando y al saberse esto en Panonia, Probo fue asesinado por sus propias tropas. Su muerte fue lamentada años después tanto por el Senado como por la plebe, e incluso los soldados, arrepentidos, erigieron un monumento en su honor. En muy pocas ocasiones un emperador dejó tan buen recuerdo



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