"Una vez
me escribiste enumerando las cuatro grandes virtudes: sabiduría, justicia,
fortaleza y templanza. Constaté que no tenia ninguna de ellas, sin embargo
poseo otras. Ambición... se convierte en virtud si nos conduce al éxito.
Ingenio, valor. Tal vez no en el campo de batalla, pero hay muchas formas de
valor. Devoción a mi familia y a ti. Ninguna de mis virtudes figuraban en tu
lista, incluso parecía que no me desearas como hijo. Escudriño el rostro de los
dioses buscando el modo de complacerte, de llenarte de orgullo. Una palabra
amable, un fuerte abrazo... tus brazos apretándome con fuerza contra tu
pecho... habría sido como tener el sol en mi corazón mil años. ¿Qué hay en mí
que tanto odias?. Lo único que siempre quise fue estar a tu altura. César,
padre..."
No hay comentarios:
Publicar un comentario