Aquél era un campamento de caballería, así que era mucho más grande que otros de los que sólo se requería que diesen cobijo y protección a la infantería. La regla del visto bueno para la infantería era de mil quinientos metros cuadrados por legión para pasar el invierno (un campamento para una estancia corta era la quinta parte de ese tamaño), con diez hombres alojados en cada casa: ocho soldados y dos sirvientes no combatientes. Cada centuria de ochenta soldados y veinte no combatientes ocupaba su propia calle pequeña, con la casa del centurión en el extremo abierto y un establo para las diez mulas de la centuria y los seis bueyes o mulas que tiraban de la única carreta para cerrar el otro extremo. Las casas para los legados y los tribunos militares estaban alineadas a lo largo de la via principalis a cada lado de los aposentos del comandante, junto con los aposentos del cuestor (que eran mayores porque el cuestor llevaba los suministros de la legión, la contabilidad, el banco y los asuntos funerarios), rodeados del suficiente espacio abierto como para contener las filas reglamentarias; otro espacio despejado en el extremo opuesto a la casa del comandante servía de foro donde las legiones celebraban las asambleas. Era matemáticamente tan preciso que cuando se montaba un campamento, cada hombre sabía exactamente dónde tenía que ir, y esto se extendía también a los campamentos instalados para pasar una noche en el camino o a los campamentos en el campo cuando la batalla era inminente. Hasta los animales sabían dónde tenían que ir. El campamento de Labieno tenía cinco kilómetros cuadrados de extensión, porque albergaba a dos mil jinetes eduos además de a la undécima legión. Cada soldado de caballería tenía dos caballos y un mozo además de un animal de carga, así que el campamento de Labieno daba albergue a cuatro mil caballos y dos mil mulas en acogedores establos de invierno, y a sus dos mil propietarios en cómodas casas.
Pasión por los romanos. Un blog de divulgación creado por Xavier Valderas que es un largo paseo por el vasto Imperio Romano y la Antigüedad, en especial el mundo greco-romano.
martes, 19 de mayo de 2015
EL SUCIO Y APESTOSO CAMPAMENTO DE LA CABALLERÍA DE TITO LABIENO
Aquél era un campamento de caballería, así que era mucho más grande que otros de los que sólo se requería que diesen cobijo y protección a la infantería. La regla del visto bueno para la infantería era de mil quinientos metros cuadrados por legión para pasar el invierno (un campamento para una estancia corta era la quinta parte de ese tamaño), con diez hombres alojados en cada casa: ocho soldados y dos sirvientes no combatientes. Cada centuria de ochenta soldados y veinte no combatientes ocupaba su propia calle pequeña, con la casa del centurión en el extremo abierto y un establo para las diez mulas de la centuria y los seis bueyes o mulas que tiraban de la única carreta para cerrar el otro extremo. Las casas para los legados y los tribunos militares estaban alineadas a lo largo de la via principalis a cada lado de los aposentos del comandante, junto con los aposentos del cuestor (que eran mayores porque el cuestor llevaba los suministros de la legión, la contabilidad, el banco y los asuntos funerarios), rodeados del suficiente espacio abierto como para contener las filas reglamentarias; otro espacio despejado en el extremo opuesto a la casa del comandante servía de foro donde las legiones celebraban las asambleas. Era matemáticamente tan preciso que cuando se montaba un campamento, cada hombre sabía exactamente dónde tenía que ir, y esto se extendía también a los campamentos instalados para pasar una noche en el camino o a los campamentos en el campo cuando la batalla era inminente. Hasta los animales sabían dónde tenían que ir. El campamento de Labieno tenía cinco kilómetros cuadrados de extensión, porque albergaba a dos mil jinetes eduos además de a la undécima legión. Cada soldado de caballería tenía dos caballos y un mozo además de un animal de carga, así que el campamento de Labieno daba albergue a cuatro mil caballos y dos mil mulas en acogedores establos de invierno, y a sus dos mil propietarios en cómodas casas.
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