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miércoles, 28 de febrero de 2018

DIÓN CASIO DICE SOBRE TRAJANO



Sabía bien que la excelencia de un gobierno se muestra tanto en su atenta vigilancia de las diversiones como en su preocupación por los asuntos más serios, y que aunque el reparto de dinero agrade a los individuos, también debe haber espectáculos que satisfagan a la plebe.





TUCÍDIDES DICE SOBRE LA PROPIEDAD



Cuanto más, que no debemos llorar porque se pierdan las tierras y posesiones si salvamos nuestras personas, pues las posesiones no adquieren ni ganan a los hombres sino los hombres a las posesiones.




JULIO VINDEX DICE SOBRE NERÓN



Lo he visto actuar sobre un escenario haciendo papeles de mujer preñada y de esclavo al que van a ejecutar.





PERIANDRO DE CORINTO DICE SOBRE LOS REYES



Los reyes no pueden tener guardias más fieles que el afecto de los súbditos.




MENCIO DICE SOBRE LA ACCIÓN



El hombre debe decidir qué es lo que no va a hacer; entonces podrá dedicarse con vigor a lo que se debe hacer.


LISIPO



Lisipo (griego antiguo Λύσιππος) fue un escultor clásico griego, nacido en Sición, Peloponeso, h. 390 a. C. y fallecido hacia el 318 a. C. Lisipo, Escopas y Praxíteles están considerados los tres grandes escultores de la segunda fase del clasicismo (siglo IV a. C.), época de transición entre la era griega clásica y el helenismo. Al estudioso de su obra se le plantean una serie de problemas de método: el amplio taller de Lisipo, la demanda de reproducciones de su obra aún en vida y más tarde entre los aficionados helenísticos y romanos, el número de discípulos directamente en su círculo​ y la supervivencia de sus obras sólo en copias. Además fue el reformador del canon de Policleto y gran innovador con respecto a los convencionalismos heredados.

Nació en Sición alrededor del año 390 a. C. Trabajador del bronce en su juventud, aprendió por sí mismo el arte de la escultura, y más tarde se convirtió en líder de la escuela de Argon y Sición.
 
Vivió en la época de esplendor de Alejandro Magno, de quien fue el artista predilecto y retratista oficial. Lo ha retratado en muchas ocasiones en numerosas obras hoy dispersas. La descripción de alguna de ellas ha llegado hasta nuestros días a través de los escritos de los historiadores y filósofos griegos.

En particular, Lisipo retrató a Alejandro en el acto y con el gesto bravo de cazar un león, en combate y en varias posturas heroicas, y a veces en poses divinizadas. Un epigrama recientemente descubierto de Posidipo, en la antología representada en el papiro de Milán, fue inspirada por un retrato en bronce de Alejandro:

Lisipo, escultor de Sición, mano osada, artesano aprendido,
tu estatua de bronce tiene la mirada de fuego en sus ojos,
esa que hiciste en la forma de Alejandro. Los persas no merecen
reproches. Hemos de perdonar a las ovejas que huyen ante un león.
 
Se debe a Lisipo la representación típica de Alejandro como una figura inspirada, endiosada, con el pelo revuelto, los labios entreabiertos y mirando hacia arriba;​ un buen ejemplo, una copia romana de la época imperial que se encontró en Tivoli, y se conserva en el Museo del Louvre.

Trabajó en Sicione, Olimpia, Corinto, Rodas, Delfos, Atenas, Roma y Tarento.

Murió en fecha indeterminada, pero seguramente a una edad muy avanzada.
 
Para sus contemporáneos, se le consideraba el sucesor del famoso escultor Policleto. Destacaban su gracia y elegancia, la simetría o coherente equilibrio de sus figuras, con cabezas más pequeñas que el canon de Policleto, lo que daba la impresión de mayor altura. Era famoso por la atención que prestaba a los detalles de las pestañas y las uñas de los pies.

Lisipo fue muy prolífico. La tradición habla, a propósito de sus obras, de una enorme producción, estimada por algunas fuentes en cerca de 1.500 estatuas (dice Plinio el Viejo), la mayor parte de las cuales se realizaron en bronce. Muchas son las estatuas de los atletas vencedores en las Olimpiadas griegas de Olimpia, y se tiene noticia de numerosas cuadrigas en mármol y en bronce. En los últimos años de su vida, erige en Tarento una estatua alta de cerca de 17 metros de Zeus, representado en posición erecta junto a una pilastra con un águila y en el acto de lanzar rayos.

De esta inmensa labor, no ha llegado hasta nuestros días ningún original, sino sólo copias romanas.

Su obra más importante es el Apoxyómeno, del que se conserva una copia romana en mármol, mientras que el original era de bronce. Representa a un joven atleta griego en una posición vulgar. Se está quitando la arena pegada a su cuerpo debido al sudor con un estrígil, instrumento de la época, de metal, hierro o bronce (que los romanos llamaban strigilis), que sólo usaban los hombres y, principalmente, los atletas: parecido a un rascador, se utilizaba para limpiarse el polvo, sudor y el aceite en exceso que se extendía por la piel antes de los concursos. Es de esbeltas proporciones y presenta un cuerpo flexible.
 
Las termas de Agripa estaban decoradas con dos estatuas de Lisipo; la del Apoxiomenos y la de un león yacente.

La obra se conserva en el Museo Pío-Clementino, en la Ciudad del Vaticano.

Lisipo, junto con Praxíteles, Escopas, y Apeles, fue uno de los protagonistas absolutos del arte del tardío periodo clásico griego.

Con Lisipo la escultura se estiliza, pues alarga el canon de las esculturas y destaca la individualización realista en los retratos.​ En efecto, uno de sus mayores méritos, fue el de modificar y renovar, en primer lugar, el canon de proporción para la representación del cuerpo humano, que anteriormente se había fijado por Policleto, en relación 1:7. Lisipo revisó el canon aumentándolo a siete cabezas y media.
 
Además, creó una nueva escuela de escultura, la del retrato fisionómico e individual que, reproduciendo el aspecto exterior del sujeto, sugiere también las implicaciones psicológicas y emotivas. Su renovación partía, sin embargo, de la tradición griega.

Su obra es una síntesis de la charis de Praxíteles y del pathos de Escopas. Fue maestro de muchos escultores del helenismo.

Lisipo fue, quizá más que otros, excepcionalmente valiente en la producción volumétrica de la figura, imprimendo un giro aún más significativo, en el tránsito del arte clásico a la época helenística.
 
La genialidad de Lisipo lo llevó a abrir nuevos caminos en la escultura de la época. Fue el primero en intuir la posibilidad de modelar la estatua, en función de un punto de vista circular, de 360 grados, y no desde la perspectiva de un solo punto de vista, fijo, como se había trabajado hasta entonces lo que, en términos de puesta en escena, adormecía a la figura, haciéndola perder fuerza, expresión y vitalidad. Sus intuiciones lo impusieron como el escultor más completo y moderno de su época, pudiendo así controlar la forma de su obra, en cada posible perspectiva y ángulo de visión.

La conquista de la armonía figurativa en el espacio, en una circularidad todo alrededor. Fue sobre todo gracias a esto, que pudo, primero imaginar, y luego pudo realizar, aquellas obras de grandes efectos escénicos y de gran impacto visual, estético y monumental. Para estas características, fue para el arte de la época helenística, un punto de referencia seguro, un faro.

Con el equilibrio justo entre las proporciones y la posición del cuerpo, derivó vida y elegancia para sus estatuas. Sus intuiciones transmitieron una enseñanza que tendría entonces una continuidad constante, numerosa y de valor seguro, en los siglos posteriores.
 
El helenismo se caracterizó principalmente por el cambio de los cánones de belleza estética, unido al sentido del movimiento de la figura, propio de todas las obras que lo consiguieron.

Las intuiciones de Lisipo, y sus estudios sobre la figura humana, fueron seguidos por otra gran personalidad artística griega, en el campo de la escultura, Apeles.

Su alumno, Cares de Lindos, construyó el Coloso de Rodas, una de las siete antiguas maravillas del mundo. Puesto que se trata de una estatua que hoy ya no existe, continua debatiéndose si estaba fundida en bronce o recubierta de una lámina de bronce.
 
Otros discípulos fueron Eutíquides de Sición, y sus tres hijos, especialmente Eutícrates.

El descubrimiento de muchas estatuas y estatuillas en bronce, o en mármol, que representan a Afrodita, (Venus), diosa del amor, muestra que en periodo helenístico se utilizó con mucha frecuencia la figura femenina como sujeto artístico.

Un aporte de la labor artística de Lisipo es la representación de los dioses como seres palpables y con gestos más humanos.
 
Lisipo tenía un hermano, Lisistrato, también escultor, el cual renovó, con intención realista, el arte del retrato.

Ya en el arte helenístico, la innovación de las ideas introducidas por Lisipo y otros como Praxíteles, Escopas o Apeles, llevó a una exasperación de los temas y sujetos a esculpir.

Se hicieron de hecho estatuas, obras, con sujetos que, a veces, se podrían considerar desagradables, porque se había asimilado por todos la idea de que el autor, el artista, es quien triunfa con su valentía, su talento y su genio, a dar belleza, vitalidad y fascinación a la obra y no la belleza del sujeto a condicionar al artista en la producción de la obra.
 
Un ejemplo que ha llegado a nosotros es la copia romana de una estatua griega de aquel periodo: una señora anciana y fea, y a pesar de ello interpretada de manera bellísima en su aspecto emotivo y psicológico que el escultor supo obtener del mármol.

El maestro y fundador de esta revolucionaria teoría fue Lisipo, que intuyó cómo la belleza de una obra de arte, es relativa. Hay una belleza estética del sujeto, pero es fundamentalmente la valentía del artista que la representa e interpreta la que imprime el carácter de obra artística.

No hay otro ejemplo mejor que la escultura de Hércules del propio Lisipo, representado en el esfuerzo de expresar toda la fuerza y toda la energía encerrada en su masa muscular exasperada, enorme, de una belleza y una fascinación únicas que emana de la plasticidad y de la vivacidad de la figura, en el gesto atlético.
 
Obra:

Hermes de Atalante, Museo Arqueológico Nacional de Atenas.

Apoxiomenos - Copia romana en mármol, h. 200 cm. - El original era de bronce, 330 a. C. - 320 a. C. - Museo Pío-Clementino, Ciudad del Vaticano.

Eros tensando el arco. Hay varias copias, una está en el Museo Capitolino de Roma; otra, en el Museo Británico.

Hermes Landsdowne

Hércules Farnesio, copia en mármol de Glycon Ateniese, del original en bronce de h. 320 a. C., unos 317 cm.; originalmente estuvo en las termas de Caracalla, aunque la copia en mármol que se conserva se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles.

Alejandro con lanza

Hermes en reposo - (Bronce, h. 105 cm., 330 a. C. - 320 a. C., Nápoles, Museo Arqueológico Nacional.)

Sileno y Dioniso - (Museos Vaticanos.)

Agias, conocido a través de una copia de mármol que se encontró y se conserva en el Museo de Delfos.

Ares Ludovisi - (Roma, - Museo Nacional Romano - Palacio Altemps.)

Sócrates - (Busto en mármol que retrata al filósofo Sócrates y se le atribuye a Lisipo)
los llamados Caballos de san Marcos.

El servidor de aceite, en Dresde y Munich.

martes, 27 de febrero de 2018

TIBERIO DICE SOBRE LOS IMPUESTOS



El buen pastor esquila a sus ovejas, pero no las desuella.




PENTESILEA, LA REINA DE LAS AMAZONAS



 
En la mitología griega, Pentesilea o Pentesilia (en griego, Πενθεσιλεια: Penthesileia) era una reina amazona.
 
Era hija de Ares y Otrera. Según cuenta Quinto de Esmirna, era hermana de Hipólita, lo que plantea un problema cronológico, dado que Hipólita, según la tradición, combatió con Heracles o con Teseo, siendo pues una o dos generaciones anterior. Es probable que sea considerada su hermana simplemente por ser hija de Ares, aunque su madre fuera otra amazona distinta.
 
La mitología le atribuye al menos un hijo, llamado Caístro (que daría nombre a un río de Asia Menor).
 
Las diversas tradiciones no se ponen de acuerdo sobre el motivo por el que, tras la muerte de Héctor, acude a la Guerra de Troya en ayuda de los troyanos. Según Helánico (FGrH. 19), Jacoby) y Lisias, citados por Juan Tzetzes (Posthoméricas, 14-19), Pentesilea es empujada por su amor a la guerra. Según Diodoro Sículo y Apolodoro, acude a ser purificada por Príamo tras haber matado accidentalmente a Hipólita durante una partida de caza. Esta última versión resulta sorprendente, ya que el rey troyano había combatido contra las amazonas junto a los frigios (Ilíada, III, 188-189).1​
 
Pentesilea llegó a Troya con otras doce amazonas, a las que nombra Quinto de Esmirna (I, 42-47). Téngase en cuenta que ninguna de ellas (con la excepción de Hipótoa) se encuentra en otro catálogo:

Clonia (muerta por Podarces)
Polemusa (muerta por Aquiles)
Derinoe (muerta por Áyax el Menor)
Evandra (muerta por Meríones)
Antandra (muerta por Aquiles)
Bremusa (muerta por Idomeneo)
Hipótoe (muerta por Aquiles)
Harmótoa (muerta por Aquiles)
Alcibia (muerta por Diomedes)
Derimaquea (muerta por Diomedes)
Antíbrota (muerta por Aquiles)
Termodosa (muerta por Meriones)

Pentesilea se distinguió por sus numerosas hazañas ante la ciudad asediada antes de ser abatida por Aquiles, quien atravesó su pecho con una lanza.
 Al verla morir, Aquiles quedó sobrecogido por su belleza y cuando Tersites, uno de los soldados griegos, se burló de él por esta pasión, Aquiles le mató. Diomedes, primo de Tersites, arrojó en venganza el cuerpo de la amazona al río Escamandro. Según otras versiones, fue Aquiles quien lo enterró en las orillas de ese río.
 
Pentesilea fue sucedida como reina de las amazonas por Antianira.


MELEAGRO DE GADARA, POETA ERÓTICO



 
Meleagro fue un filósofo , escritor y poeta griego , hijo de Eucrate, nació en Gadara , hoy Umm Qais , una ciudad en Transjordania que bajo el reinado de los seléucidas se había convertido en un notable centro de cultura helénica.
 
En su juventud se adhirió al cinismo  y escribió diálogos de contenido de luz en el género de la sátira . Luego se mudó a Tiro y en su vejez se estableció en Kos (Coo), donde terminó sus días alrededor del 60 aC
 
En su juventud compuso una obra llamada Le Càriti y la sátira Menippee, de la cual solo se recibieron unos pocos títulos (por ejemplo, Comparación del guisante con lenteja ); como título solo, conocemos uno de sus trabajos en 5 libros sobre las opiniones de los filósofos (Περὶ δοξῶν)  .
 
Sin embargo, es principalmente conocido como el autor de epigramas : poseemos 130, recopilados en la Antología Palatina y el tipo erótico. Algunos cantan éter como Eliodora y Zenofila, otros aman a los niños y los hombres.
 
Meleagro fue también el primer autor de una antología de epigramas, titulada Στέφανος, La corona , con sus propias composiciones y otros autores contemporáneos, en la que compara a cada autor recogido con una flor. En total, contando también a sí mismo, Meleagro menciona 47 poetas, es decir, en orden: Anite, Mero, Sappho, Melanippide, Simonide, Nosside, Riano, Erinna, Alceo, Samio, Leonida, Mnasalca, Panfilo, Pancrate, Timme, Nicia. , Euphemus, Damageto, Callimaco, Dioscóride, Euphorio, Egesipo, Diotimus, Menecrate, Niceneto, Faenno, Simmia, Partenide, Bacchilide, Anacreonte, Archilochus, Alexander, Policlito, Polistrato, Antipater, Ermodoro, Posidippo, Edilo, Asclepiades, Platón, Arato , Cheremone, Fedimo, Antagora, Teodorida, Fania , Meleager. Posteriormente, la colección se incorporó a la Antología Palatina , donde se reconocieron las secuencias de la misma  .
 
El epigrama de Meleagro está inspirado en la lírica coral arcaica, cuyas posibilidades y circunstancias son mutuas: el simposio y los encantos amorosos no son verdaderos banquetes y banquetes sino un juego literario, típicamente alejandrino, destinado a recuperar esas formas antiguas. ahora perdido, con un sentido museológico y profundamente histórico de la poesía. Los sentimientos nunca son planos, pero siempre se observan de una manera completa y profunda, solo a veces con el uso de un léxico ampolloso.